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miércoles, octubre 22, 2008

Capitalismo!!!, Per Omnia Seacula Seaculorum

En medio de esta crisis del sistema financiero internacional la mayoría de los analistas y observadores del fenómeno, desde encumbrados premios Nobel de economía hasta simples analistas políticos, aparecen como abrumados por la frenética lógica de los hechos. Varios de ellos tratan de encontrar con absurda desesperación, como intentando ganar una maratón que nadie corre, un culpable en primera instancia. He quedado atónito al comprobar que varios de ellos se equivocan cuando postulan esa causa principal. Quiero dejar escrito en este sitio, único espacio en donde verdaderamente me expreso con plena libertad, mi propia justificación sobre estos errores groseros que llevan a interpretaciones disparatadas.

Últimamente está tomando vuelo en los medios de comunicación la idea que el principal culpable de esta crisis es la aplicación en los Estados Unidos, durante una década mas o menos, de la rigurosa doctrina del dejar hacer (comúnmente conocida en la jerga como laissez-faire). Se menciona, casi con desprecio, que la crisis deriva de la infección causada por una clase de germen ideológico anticapitalista oculto en los trabajos originales de von Hayek y Milton Friedman. Un premio Nobel de economía se refiere a este germen como “el veneno de su legado”.

Obviamente quienes interpretan esto no han entendido o no han leído ni a Hayek ni a Friedman. Ambos autores, verdaderamente estudian y proponen fundamentos y bondades del dejar hacer pero lo que ellos pregonan en sus trabajos nada tiene que ver con las torcidas interpretaciones que éste premio Nobel, y varios de sus seguidores, intenta difundir. Para Hayek y Friedman el homus economicus convive dentro de un arreglo institucional consistente para alcanzar un óptimo en el cual las acciones de los gobiernos deben quedar bien acotadas.

La inadecuada interpretación que se está haciendo de esta idea conduce a la conclusión que el arreglo institucional se compromete a tal punto con la defensa de los intereses del homus economicus que los propios administradores institucionales son el mismo homus economicus. Esto supone una maximización de la intervención gubernamental. Obviamente, Hayek y Friedman promueven exactamente lo contrario: minimizar la intromisión de los gobiernos en los asuntos económicos.

Lo que ha estado pasando siempre en la mayoría de los países hoy llamados democráticos es que sus gobiernos han distorsionado las instituciones degradándolas hasta usar sus burocracias como fieles sirvientes de sus negocios. O sea, quien llega al gobierno y asume el poder político de una nación no lo hace solo sino que desembarca acompañado de un grupo de piratas que intentará, usando el poder político, tomar el control de los negocios mas importantes de la economía. Las instituciones quedan con este esquema de poder dual (político-económico) bajo el dominio descarnado de señores que jamás han leído y nunca jamás entenderán los principios postulados por el dejar hacer de Hayek y Friedman. Para peor hoy en día inescrupulosos maestros del dejar hacer, como analfabetos enseñando los principios de la lengua, intentan culpar a Hayek y Friedman por algo que sus brillantes mentes nunca ni siquiera imaginaron.

Recuerdo un caso muy similar a éste cuando en la Argentina del 2001 una cierta ideología de izquierda había alcanzado el poder con el único propósito de destruir el sistema de convertibilidad. Estos analfabetos de la globalización pregonaban, imposibilitados de entender los comentarios de Williamson, que el consenso de Washington era el culpable de una servidumbre que ellos mismos habían inducido destruyendo un esquema monetario que en principio podía seguir funcionando. De apoco la historia está demostrando que estos estafadores piratas, que llegaron disfrazados de demócratas, destruyeron todo lo preexistente para tomar el control económico anulando primero lo que verdaderamente debe realizar una administración gubernamental: interferir lo menos posible en los negocios privados.

Pero esta vez, a diferencia de lo vivido en aquel 2001 de Argentina, no puedo sentirme menos que feliz. Afortunadamente el mundo no termina en Argentina, y tengo certezas de que personas sensatas influirán para reencaminar los hechos en post de superar la crisis. Superada ésta, el libre mercado y un mejor capitalismo quedarán robustamente fortalecidos y listos para bregar con los avatares durante otros 100 años de prosperidad. Además no me quedan dudas que los principios del laissez-faire son una característica que distingue a la naturaleza humana pues está casi fundado en nuestros genes. No puede ser anulado de un plumazo aquello costosamente derivado por selección natural. Esto me lleva a proclamar a cuatro vientos: Capitalismo!!!, Per Omnia Seacula Seaculorum. Que así sea.
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martes, octubre 14, 2008

Mas Liquidez y Nuevas Instituciones

Tres notas precedentes (esta nota, esta nota y esta nota), etiquetadas como crisis, he destinado para abordar el fenómeno que ha culminado en la crisis del sistema financiero mundial. En estas notas me he dedicado a revisar las causas y los efectos de la crisis. En esta oportunidad quiero compartir con ustedes una visión acerca de lo que los gobiernos podrían hacer para tratar de evitar el colapso total y prevenir futuras recaídas.

El sistema financiero mundial está en claro riesgo de colapsar. Y eso podría evitarse si los gobiernos del mundo coordinan sus acciones rápidamente antes de ser avasallados por el devenir lógico de los acontecimientos. Este devenir indica que es muy probable una caída en cadena de los bancos en el mundo. Un suceso de tal magnitud mandaría a toda la economía mundial a una recesión sin precedentes. Por ello es necesario actuar con urgencia.

Se conocen con claridad las causas y consecuencias de este fenómeno. Además la economía mundial ya ha experimentado un cachetazo directo por su ocurrencia: se han retraído considerablemente las expectativas de crecimiento y comercio global. Esto por sí solo generará severos daños económicos y sociales. Para atenuar o evitar futuros perjuicios es necesario atacar tanto las causas como las consecuencia de manera simultánea pero ordenada. A mi modesto entender se deben separar las medidas eventuales, de efectos inmediatos, de aquellas permanentes que tendrán efectos sobre el reordenamiento y configuración de un moderno sistema financiero internacional.

En lo inmediato es completamente necesario restablecer la liquidez del sistema financiero. La liquidez se ha deteriorado severamente luego de quedar en clara evidencia el problema de moral hazard con asimetría de información que vivió todo el sistema bancario de los Estados Unidos desde inicio de los 2000s. Esto ha retraído el crédito para toda la economía doméstica de este país y, dada la globalidad del mercado de capitales, el crédito se puede retraer violentamente en todo el mundo de no mediar una inteligente intervención.

Según algunas estimaciones, con las cuales yo coincido, se requerirán aproximadamente unos 3 trillones de dólares americanos (un tres seguido de doce ceros) para resolver de inmediato este problema de liquidez en el mundo. Esto no significa que este sea el costo de una eventual intervención de los gobiernos sino simplemente es la cantidad de dólares necesarios para, restablecida la liquidez, recuperar plenamente el crédito y la confiabilidad del sistema. Cuando eso suceda una parte de esos 3 trillones podrá ser rescatada por los gobiernos desasiendo posiciones originariamente tomadas en el sistema financiero al aplicar la intervención.

Para restablecer la liquidez en lo inmediato los gobiernos no tienen opción a tomar posiciones adquiriendo activos, tóxicos como se los llama, del sistema financiero y fomentando las operatorias interbancarias mundiales a los efectos de optimizar los flujos para la liquidez. La puesta en práctica de semejante operativo requerirá la participación conjunta y coordinada de bancos centrales, tesoros gubernamentales y organismos internacionales de crédito.

Las soluciones de largo aliento requieren nuevas instituciones. Para contextualizar la necesidad de nuevas instituciones financieras debo decir algunas cosas incómodas. Los gobiernos en los países civilizados deben entender ahora que no están solos en esos países. Ellos y su gente gozan del bienestar proveniente de la globalidad pero esa globalidad requiere de determinadas condiciones para funcionar adecuadamente. Una de esas condiciones lo es la coordinación de los sistemas monetarios y financieros. Si no se entiende esta trivialidad, no hay globalidad que funcione. Todos los intentos por hacerla funcionar fracasarán.

La economía China ha venido creciendo por mas de una década. Y ese crecimiento se dio, entre otras cosas, gracias a que éste país mantuvo un impresionante flujo de capitales y de comercio con el resto del mundo. Sin eso esta economía no habría podido crecer. Y si tal intercambio mejora su bienestar pues entonces los gobernantes chinos no podrán manejar a su antojo su sistema monetario y financiero sin tomar el riesgo de sufrir un colapso.

La economía Argentina, por ejemplo, se ha recuperado de su profunda crisis del 2001 gracias al tirón proveniente del resto del mundo. Sin esa ayuda este país estaría hoy sumergido en una guerra civil. Sus gobernantes no deberían ignorar este hecho. Los Estados Unidos, aún siendo la economía mas grande del mundo, en parte hoy está padeciendo una crisis precisamente por la tozudez de algunos de sus gobernantes que se niegan a inducir más audazmente una verdadera integración monetaria y financiera. A último momento deben salir desesperados a tratar de apagar un gigantesco incendio que amenaza con quemarnos a todos.

Dicho esto, ¿qué hay sobre las medidas permanentes?. La crisis ha explotado esencialmente debido a que los capitales han adquirido últimamente una buena habilidad para moverse de un lugar a otro con gran velocidad mientras que el sistema financiero, que es además un elemento intermediador entre los dueños del dinero que entra al sistema y quines lo demandan para hacer inversiones y compras en general, no ha acompañado con una consistente evolución institucional.

Las instituciones financieras son las viejas que se heredaron de la crisis de los años 30s. Ahora no estamos en los años 30s. Hoy se dispone de poderosas armas de comunicación y de suficiente tecnología para hacer volar en mil pedazos estas anacrónicas instituciones financieras. La economía, la sociedad y la cultura de hoy es global y las instituciones financieras siguen funcionando como islas pensadas para soportar crisis domésticas de los años 30s. Estas instituciones deben cambiar.

Las nuevas instituciones financieras requeridas deberán tener un arreglo global y funcionar en armonía con un enorme banco central prestamista de última instancia. Este gran banco tendrá el poder de actuar a nivel global, ya sea directamente a través de bancos centrales o indirectamente a través de los gobiernos, sobre los sistemas financieros de los distintos países, llamémosle, miembros de la colectividad de naciones.

Tal súper banco puede actuar en el mundo del mismo modo que un banco central puede hacerlo a nivel de cada país local al tratar de corregir los problemas solo manipulables domésticamente. Todo aquel problema que trascienda a lo doméstico difícilmente se solucione solo con políticas domésticas. En tal caso se requerirá política trans-doméstica que tenga en cuenta todos los vínculos asociados al problema.

La crisis financiera actual, como toda crisis, es un bicho raro. Difícil de predecir. Ni siquiera la teoría de las distribuciones extremas puede domar tal cosa. Con algunos reparos, una crisis así es para un economista como lo es un terremoto para un geólogo o un huracán para un climatólogo. Un fenómeno esquivo y extremo. Cuando sucede provoca graves daños. Dada la crisis, no queda mas que hacer lo que se puede y para este caso, por ahora, parece que lo que se puede es propinar mas liquidez y nuevas instituciones.
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martes, octubre 07, 2008

¿Y Si No Funciona?

He observado con plena atención el correr de los acontecimiento en el sistema financiero internacional que son de público conocimiento en estos días. En principio una buena cantidad de bancos importantes, compañías financieras y casas de seguros, principalmente en los Estados Unidos, enfrentan no solo problemas de liquidez sino también problemas de solvencia por lo que el valor presente de su cash flows se les ha vuelto irreversiblemente negativo. Uno de los resultados previsibles de esta crisis es la quiebra inminente de todas estas compañías involucradas. Les propongo revisar una interpretación particular de estos hechos.

En el medio de este trágico final aparecen tres agentes importantes. Por un lado están los inversores que se puede decir son victimas indiscutibles del colapso pues ellos confiaron en sus bancos que los terminaron estafando. También están los gobiernos que, desorientados y dando manotones de ahogado, intentan intervenir para evitar una generalización de la crisis al resto de sus economías. Finalmente están los contribuyentes o pagadores de impuestos sobre cuya espalda caerá finalmente la carga de un eventual rescate que los gobiernos intenten hacer en esta situación.

Se escuchan rumores de todo tipo sobre esta crisis. Los hay desde los mas descabellados provenientes de quienes afirman que se aproxima el fin del capitalismo. Obviamente para esta cofradía cualquier cosa es el fin del capitalismo como por ejemplo lo fue el triunfo de Evo en Bolivia sabiendo que el PBI de ese país es superado por las ventas que se generan en una famosa esquina de Nueva York. Resulta gratificante que la opinión de esta secta no deba inquietarnos.

En otro extremo están quienes sugieren, según su propia interpretación de la doctrina del laissez-faire, dejar que la sangre corra para así, al finalizar los eventos críticos, alcanzar un sistema financiero purificado y libre de agentes contaminantes. Ignoran estos fervientes doctrinarios que el laissez-faire no fue la regla que llevó al estado actual de las cosas. Fue precisamente una incontable secuencia de trabas al laissez-faire el principal obstáculo al limpio desempeño del sistema económico. Entonces aplicar esta doctrina al final, cuando la crisis cobra víctimas, parece por lo menos claramente injusto.

También hay quienes afirman que los gobiernos deben intervenir y tomar control total del sistema financiero para, usando la prodigiosa y sagrada mano del estado todopoderoso, mantener a salvo el sistema financiero internacional y evitar que la crisis se difunda al resto de los sectores de la economía. Obviamente, tal intervención de los gobiernos es inconsistente con el moderno capitalismo y una eventual aplicación de estas recetas no hará otra cosa que empeorar la crisis y profundizar los daños sobre la economía y la sociedad.

¿Qué hacer, entonces?. Solo Dios conoce el mejor camino. Seguro que ni la mas pura ortodoxia ni el mas estricto estatismo conducirán hacia un final feliz. Personalmente prefiero dar una explicación alternativa a las clásicas hoy escuchadas y difundidas por los medios de comunicación masiva. Me gusta mirar este fenómeno particular, y las crisis en general, en términos de los ciclos.

El fenómeno actual coincide con la concurrencia de dos ciclos, el político y el económico, de la usina política y económica mas importante del mundo. Tal convergencia se nutre de una democracia bipartidistas con reelección presidencial. Es natural que los ciclos se asocien pues sus horizontes de previsibilidad razonable se vuelven coincidentes en unos 8 a 10 años. Al final del primer periodo presidencial el ciclo económico está en expansión al igual que el político pues hay cierta certidumbre institucional de reelección. Pero a medida que se aproxima el final del segundo periodo presidencial aparece muy probable la posibilidad de un nuevo ciclo político por lo que también es muy probable la posibilidad de que el manejo de los principales negocios cambie de manos.

¿Debe ser tal coincidencia en los ciclos inevitablemente destructiva?. Bajo un esquema racional se podría pensar que no. Si los buenos fundamentos institucionales de un país no cambian entonces no hay razones para que los agentes se autodestruyan por el solo hecho de que el poder, político y económico, cambie de manos. Entonces ¿qué está pasando?. Está pasando que hay reacciones exageradamente infundadas. Al final tales reacciones serán solo pasajeras y, ocurrido el recambio o confirmada la continuidad, el temblor pasará, los ánimos se calmarán y los ciclos retomarán su trayectoria natural.

Hasta ahora la onda sísmica con epicentro en el sistema financiero de los Estados Unidos ha alcanzado a casi todos los países del mundo y se ha evidenciado mediante bruscas oscilaciones en los mercados de capitales. Este fenómeno vibratorio amenaza con difundirse hacia el interior de la estructura económica de los países afectados. Aunque parece que no hay tiempo suficiente para que esto suceda finalmente. Las sucesivas réplicas que se observan en las quiebras del sistema bancario no alcanzarán para resonar y amplificarse en el resto del sistema económico. Subyace la idea de que el poder abrumador de un nuevo ciclo terminará ganando la pulseada.

El problema que enfrentan los gobiernos es administrar la actual crisis hasta que se acomode el recambio presidencial en los Estados Unidos. Al administrar la crisis ellos deben estar dispuesto a ser flexibles. O sea tomar medidas flexibles que pueden cambiar y acomodarse para ir acompañando los hechos en pos de la normalidad. La rigidez doctrinaria o ideológica no sirve en estos casos. Al haber un desacople entre lo que se percibe que puede pasar y lo que podría pasar, cualquier postura inflexible de un agente poderoso, como un gobierno o un banco central, podría conducir a profundizar aún mas la crisis.

Queda pendiente descubrir el rezago o retardo de acoplamiento entre los ciclos. Algunos mas pesimistas argumentan que la crisis económica vino para quedarse un largo tiempo (dos o tres años). Ellos ilustran esta idea diciendo que se vienen tiempos de vacas flacas. Yo espero, y deseo, que el rezago no dure mas de 1 año. Mi argumento es que todo depende de la respuesta implementada por los gobiernos. Si los gobiernos cierran, aíslan e intervienen sus economías obviamente la crisis se prolongará. Si gobiernos inteligentes responden con más libertad, mas comercio, mas intercambio y mejores instituciones entonces el retardo durará algunos meses. Por ello a mi juicio la pregunta relevante y permanente que los gobernantes deben hacerse al diseñar e implementar medidas de política anticrisis es: ¿y si no funciona?.
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